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Sociedad del miedo y el arte mexicano. Revisión de 5 artistas (2009 - 2016).

El miedo es un tema muy común en la historia de la humanidad, aunque el tema ha sido usado con frecuencia como medio de manipulación global desde los inicios de la civilización, y actualmente es un recurso que ha resultado muy útil en la mediación de poderes.

Históricamente, todo presente tiene un origen en el pasado, el siglo XXI ha sido el logro de los actos y acciones del siglo pasado que prepararon a perfección el constante estado de alerta en el que las personas llevan a cabo sus vidas.

Tendré un enfoque que, en el avance de estas líneas, busca principalmente un acercamiento al fenómeno de formación de identidad a partir del miedo. Habrá que empezar con familiarizarse al miedo más allá de esa sensación de la que hemos sido víctimas muchas ocasiones en nuestra vida, por un momento se debe ser ajeno al miedo, verlo como un fenómeno en tercera persona para ser conscientes del proceso por el que se transita en las fragilidades corporales y psicológicas.

El miedo es un sistema de protección innato de toda especie animal, una alarma con la que se rige el cuerpo y su estabilidad para apartarse de las situaciones de “peligro”; no es un sistema inútil, o absurdo, al menos no lo era, pero su buen funcionamiento y uso han permitido la subsistencia de nuestra especie.

El hombre ha tenido miedo de su entorno desde que ha tenido memoria. Aquello fuera de nuestro control, envuelto en incertidumbre, es el principio de un posible miedo. En esa manipulación del entorno, hemos logrado manipular también los miedos, algunos de forma inconsciente, otros con toda intensión.

Quizás el miedo del hombre al hombre es uno de esos miedos construidos más ancestrales, diría Edgar Morín en su libro “Breve historia de la barbarie en Occidente” que la barbarie es el único método que ha trascendido en la construcción de nuevas culturas. Y así, la llamada Sociedad del miedo se desplaza en Megabits por segundo, basta un acontecimiento aislado, una persona familiarizada con las redes sociales y un click sobre una casilla que diga “Post/ Tweet/ Send” para que esta sociedad alcance nuevos horizontes.

Se comenzó a hablar de la Sociedad del Miedo en publicaciones, coloquios y conferencias en los que se reflexionaba a lo largo y ancho del globo tras los siniestros del 09/11 en E.U. Ese día generó un cambio drástico, la caída de las Torres Gemelas del WTC en NY produjo daños aún a miles de kilómetros de distancia. El miedo de este incidente recorrió el globo en tan sólo unos cuantos segundos. Los estragos de esta información son el inicio de una etapa en la que los medios internacionales buscan el morbo de una catástrofe extranjera para hacernos notar la fragilidad de cualquier país.

Esta identidad que se forma en torno al miedo afecta la política, la economía, la ecología, la academia, la vida en los hogares, la cultura, y por supuesto al arte, entre otros ámbitos. Desde el arte hay mucho qué decir, no importa el momento ni la situación, los artistas estamos acostumbrados a decir algo sin hablar necesariamente, nos valemos de recursos sensoriales. Es un hecho que en México ya ha permeado la Sociedad del miedo desde hace tanto, ¿pero qué sucede en la labor del artista bajo este estado de alerta?, ¿cuál es la imagen actual que México exporta en respuesta a su nueva identidad dentro de esta Sociedad del miedo?

México tiene un gran historial acerca de cómo el miedo fue bien usado para conseguir intensiones políticas de control y regulación de población. Para ello hablo de un video del artista Edgardo Aragón (Oaxaca, México 1985) en que relata uno de las más grandes exportaciones que México ha aportado al mercado del miedo internacional en métodos de desaparición forzada. Este video llamado “Exterminio” (2014)[1] consiste en la recreación de un vuelo de la muerte[2], donde se hace analogía al cuerpo del campesino con un objeto llamado bule que es usado para beber agua. Este al igual que los cadáveres durante los 70, fue arrojado al océano desde una avioneta, y fue regresado a la playa por el oleaje.

Exterminio es parte de este mural que se extiende día con día en la producción de una memoria contemporánea del miedo, donde obras como esta notifican el pasado y lo ponen en la mesa para discutir diferencias y similitudes con el presente.

La mente busca situarse siempre en la inquietud y la curiosidad, “¿de dónde vengo y a dónde voy?”, por eso usmeamos los roperos de los abuelos y nos encontramos con historias almacenadas en objetos olvidados. Tal como pasa en la historia política y como muchos otros tipos de historia, un ejemplo es rescatado en la obra “Tinieblas” (2009)[3] de Edgardo Aragón.

Si el miedo también es algo territorial, esta pieza expone con elocuencia los términos en que esta palabra es una pandemia de nuestro tiempo. El vídeo muestra las delimitaciones de un territorio, que son marcadas por construcciones de piedra llamadas mojones. Cada uno de los 13 músicos de un grupo son ubicados en un mojón de ese territorio por el que ha corrido mucha sangre a razón de las voluntades de ganar terreno antes y después de estas estructuras.. Las luchas por territorio donde esas piedras miran odios, herencias, venganzas, matanzas, avaricia y codicia, son las luchas a las que estos músicos suenan sus notas.

Tinieblas es un homenaje al hambre de posesiones, donde se teme a perder todo lo que se tiene. Estos músicos tocan la marcha fúnebre “Tinieblas” sobre un mojon, despiden quienes han muerto por codiciar el límite entre el acuerdo y el conflicto.

Evidentemente hay cambios locales, y también cambios externos; todos respecto a algo que es impermanente, tal es la forma en que el cambio no se acepta y genera conflictos y de estos vienen actos que reprimen la vida de unos u otros para llegar a un interés. Esa es la naturaleza humana dentro del capitalismo: necesitas más, todo se acaba.

Los espacios que habitamos son una extensión de quienes somos, y recuperar ese espacio para generar colectividad es lo que trabajó Taniel Morales (Ciudad de México, 1970). La calle es una imagen cambiante, como todas, aunque el cambio es más obvio. Su pieza “Colaterales” (2012) constó de una instalación performática en la que produjo 60,000 siluetas antropomorfas que cubrieron un área de 2 kilómetros en la colonia Roma de la Ciudad de México. Esta manera de hacerlo fue muy acertada para mostrar de una forma contundente lo que significa en magnitud la cifra de víctimas que afectó la “Guerra contra el narco” durante la presidencia de Felipe Calderón.

¿Qué tipos de miedo son de los que los artistas hablan en México?

Principalmente habrá que referirse a los miedos sociales, miedos que forman parte de la identidad cultural local y que son más notables respecto a lo que se vende como información periodística.

El miedo a la muerte, por homicidio en este caso, es el miedo que más se distribuye. La nota roja es la información que más se distribuye y la que más se consume; el poder de las imágenes ha sido un susurro que se ha normalizado y no hay una respuesta repulsiva frente a ellas, pero es la advertencia que todos aceptamos. En México la muerte por bala es cosa de valientes.

Un grupo de piezas sobre el miedo abordan este aspecto, y es donde Iván Edeza (Ciudad de México, 1967) tuvo reconocimiento al presentar en Ex Teresa Arte Actual el video ahora acervo del MUAC (Museo Universitario Arte Contemporáneo) llamado “Contador” (2012)[4]. Con tanta brevedad, esta pieza resulta un shock. Tuve oportunidad de experimentar lo concreto de este video. En 10 segundos, se recorre la crudeza de las cifras. También se hace un recuento en este video de todos los estragos que fueron ocultados durante el sexenio de Felipe Calderón, y en esos segundos se hace el conteo del 1 al 80,107 para señalar los daños que fueron recibidos.

La conciencia de todos los riesgos no puede ser una normatividad común, no habría que aceptar que las cosas son así, y no todo el arte en este ámbito es contestatario de forma indicativa o agresiva. Piezas como “Lacrimatorio 43”[5] (2014) de Alda Ardemani (Ciudad de México) y “Nivel de confianza”[6] (2015) del artista Rafael Lozano-Hemmer (Ciudad de México, 1967) tienen un tinte de resiliencia en torno a las heridas que el miedo a creado en la historia y la cultura mexicanas.

"Lacrimatorio" fue un performance realizado pocos días después de la polémica noticia de la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero. La artista dispuso un espacio al público donde ella frente una mesa donde había colocado una tabla de cocina y un cuchillo, y una pequeña vitrina llena de cebollas, provocó su llanto con cada una de las cebollas que iba cortando.

Cada lágrima que salía era recolectada en un pequeño frasco, que al llenarse se instalaba en un muro lateral del cuarto y se etiquetaba con el nombre de uno de los 43 desaparecidos.

Para Lozano-Hemmer, durante su exposición individual en las salas del MUAC en Ciudad Universitaria, se presentó una instalación que mostraba un interés de colaboración con quienes buscan escapar de La Sociedad del Miedo. Esta pieza se programó para hacer un reconocimiento facial de quien se parara frente a la pantalla para comparar el rostro con los rostros de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos durante el 26 de Septiembre del 2016.

El resultado de la evaluación era un porcentaje en el que mostraba el rostro transmitido en vivo y el rostro del estudiante al que más se parecía en sus rasgos, todos los resultados en las diversas instalaciones de esta pieza son enviados a un servidor, y al momento el único resultado registrado en todas las evaluaciones ha sido:

Este panorama mostrado desde la visión de estos artistas es el inicio de una pregunta mayor que los artistas venideros tendrán la labor de responder.

¿Qué pretende el arte hacer con La Sociedad del Miedo?

Demostrar que en el arte México no se ha apartado de esta construcción nacional es importante, darnos cuenta de que todas las aportaciones son un comunicado de lo necesario que ha sido que el arte se involucre con diferentes intenciones de señalar, concientizar, rememorar o solidarizar el dolor que se produce, las injusticias que se llevan a cabo para mantener la población “calmada”, etc., el arte llega a sus límites para luchar a su manera contra lo que cercena la libertad. El arte es capaz de todo por generar un cambio.

[1] Edgardo Aragón, “Exterminio”, (Oaxaca, 2014), video hd, 13’: 35”.

https://www.youtube.com/watch?v= GxTDjqn6peA.

[2] Práctica que el gobierno mexicano solía llevar a cabo para desaparecer en el Océano Pacífico los cadáveres torturados de campesinos que estuvieron relacionados a la guerrilla de los años 70. Algunos años después, esta despreciable práctica fue adoptada por las dictaduras sudamericanas para eliminar a sus oponentes.

[3] Edgardo Aragón, “Tinieblas” (Oaxaca, 2009), vídeo hd,

https://vimeo.com/18961318

[4] Iván Edeza, “Contador” (2012), vídeo.

http://ivanedeza.com/portfolio.html

[5] Alda Ardemani, “Lacrimatorio” (Ciudad de México, Museo Carrillo Gil, 2014), performance.

https://www.youtube.com/watch?v=y2XR_pQPvrE

[6] Rafael Lozano-Hemmer, “Nivel de confianza” (2015), instalación multimedia de reconocimiento facial.

http://www.lozano-hemmer.com/level_of_confidence.php


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